EL LEGADO DE "X": SEGUNDA ESTRELLA A LA DERECHA

miércoles, 22 de julio de 2015

SEGUNDA ESTRELLA A LA DERECHA

SEGUNDA ESTRELLA A LA DERECHA
(Legados inmortales)

El otro día encontré bajo mi cama una caja de cartón. Era una vieja caja de zapatos que yo de pequeño había pintado con esmero pero sin demasiada fortuna. En la caja, guardaba todos aquellos tesoros que me iba ofreciendo la vida. Recuerdo que una vez metí un diente que el ratoncito Pérez jamás recogió. También, guardé con cariño un angelito que todos los años mi madre me ayudaba a colocar en lo alto del pino de navidad. Cuando se tiraron los adornos a la basura, quise mantener aquella figura que tantos buenos momentos había presenciado desde lo alto del abeto. Si no recuerdo mal, el día que me rompieron el corazón por última vez, me digné en conservar aquel beso nostálgico y dulce lleno de cariño que nos dimos en la despedida. Como aún quedaba hueco en la caja, también guarde los barcos pirata, los unicornios y Pegasos, los dragones y castillos y los enanitos y hadas que me acompañaban cada noche.

            Me senté a la orilla de la cama sujetando sobre mis piernas mi cofre del tesoro, mientras los recuerdos de momentos mejores bombardeaban mi mente. Sin quererlo, el recuerdo me hizo recobrar la ilusión, y sin controlarlo, una sonrisa ilumino mi cara. Un suspiro arrancó mi mano que nerviosa ante el reencuentro con mi pasado, no acertaba a abrir la caja. Finalmente, destape mis sueños y un halo de ilusión inundó mi cuarto. Y entonces volví a sujetar con fuerza mi espada de madera, a jugar con los trenes de hojalata, a surcar los cielos entre las nubes, a saltar bajo la lluvia en un charco embarrado, a mancharme la cara de helado de chocolate, a cazar grillos y luciérnagas que pusieran luz y melodía a mi cuarto y liberé al niño que durante tanto tiempo había desterrado.

            Pero algo en la caja llamo preocupadamente mi atención. Presto, sujeté entre mis manos aquel cuerpo frágil que pálidamente reposaba sobre mi colección de cromos. Su rostro era bello como una bailarina de porcelana, y sus finas manos abrazaban su esbelta figura en un gesto protector. Sus alas, ya no brillaban y sabía que yo era el culpable de su oscuridad. Por ello, su negrura asaltó mi alma y una lágrima acertó pronto a resbalar por mi mejilla. Mi olvido la había matado y mi madurez la había enterrado en vida en aquella vieja caja de zapatos. No pude controlar el llanto al ver que mis sueños habían muerto lentamente con el pasar de los años. Había madurado, había aprendido, había crecido; y eso era precisamente lo que me hacía infeliz. Y entonces, lloré por haber sido tan estúpido y haber matado mis ilusiones a cambio de hacerme mayor. En plena desesperación, una luz detuvo mi desesperanza y sorprendido acerté a abrir mis ojos. Una lágrima recorría el rostro de la delicada figura tornando en color toda su blancura. Según iba desplegando sus alas la luz que desprendían brillaba cada vez con más esplendor. Abrió sus ojos y su mirada se clavó en la mía, y entonces sonrió, y entonces sonreí. Alzó el vuelo hasta la altura de mis mejillas y secó mis lágrimas con sus cálidas manos. Luego, se posó en mi cabeza y me espolvoreo  con una especie de polvo dorado. Entonces, agarró mi meñique a dos manos, y me invitó a seguirla. Confiaba en ella, era una vieja conocida, así que salte por la ventana y volé, volé hacia aquél lugar que hacía tiempo que no visitaba. Por fin recobre mis sueños, recobre mis ilusiones que había olvidado en una vieja caja de cartón. No dejéis que el tiempo os mate en vida y mantener siempre la ilusión. Si queréis encontrarme, ya sabéis, en la segunda estrella girar a la derecha y todo recto hasta el amanecer. Os espero.


Mi problema creo que es justamente el contrario. Sueño demasiado, me ilusiono demasiado…y la realidad…siempre me aplasta.


FIRMADO “X”

¿A que suenan los amaneceres? A eso quiero que suene hoy.

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