LEJOS DE LISBOA
(Legado de una historia inacabada)
Aún
dormido, acierto con timidez a desenredar el novillo en el que se han
convertido mis sábanas. Y salto, y corro hacia la ventana, abriendo con
violencia las persianas que encierran la oscuridad de mi refugio. La luz pronto
coloniza cada rincón de mi cuarto aireando con una brisa salada el aire que
respiro. Y oleadas de recuerdos golpean
mi cara que pronto muestra la añoranza de tiempos pasados, de tiempos mejores. Tiempos
en los que tú, aún permanecías arraigado a cada uno de mis pensamientos.
Tantas
cosas compartimos por las empinadas calles de esta ciudad extranjera. Tantas
horas que ahora perdidas, nos quedaron por disfrutar por las calles de nuestro
sino.
Y
la añoranza se hace lágrima al recordar aquellos paseos tardíos a la orilla de
aquellas aguas portuguesas. Y hoy, daría mi vida por compartir unos pocos
segundos con la persona que hizo que al fin mi latir no fuera un simple asunto
de supervivencia.
Y
en la radio, una canción conocida, que no suena igual al no estar acompañada de
tus caricias. Y aprieto la almohada sobre mi rostro, desencajado por besos que
atormentan el recuerdo. Y hoy quisiera despertar cada mañana desayunando tus
besos. Me gustaría sentir tus suspiros erizar mi piel al susurrar un “te quiero”
a mi oído. Me gustaría volver a compartir veladas de desenfreno y pasión en
esta, ahora, solitaria y fría habitación de hotel, que aquel cuatro de junio
nos vio nacer como amantes. Esta habitación que el día 3 de julio nos vio morir
como novios. Y es que el verano es la peor enfermedad para el amor, pues igual
que te ofrece las horas más maravillosas de tu vida, también te las arrebata.
Nervioso,
emocionado, reprimiendo lágrimas y aparentando endereza y frialdad, busco la
corbata negra que a última hora acerté a meter en esta maleta que me hubiese
gustado no haber tenido q deshacer nunca. Y entre la ropa arrugada, una foto
cae fulminada hasta posarse en la roja moqueta del hotel. Mis manos, tiemblan
sin control al descubrir tu rostro en aquella vieja instantánea a las orillas
del Tejo. Y lloro. Lloro desconsoladamente pues el ciprés será ahora nuestro
último y único paisaje de fotografía. Y el blanco se tornó negro sin darme
tiempo a recordar los colores del lienzo que compartimos en un pasado no muy
lejano.
Y
ahora no puedo más que guardarle rencor al destino, por no haberme dejado ni si
quiera, la posibilidad de darte un beso de despedida. Ahora, solo queda llorar
el frío mármol y regar las flores que compartiré contigo cada vez que vuelva a
Lisboa. Intentaré no hacerlo mucho. Lo siento, pero siempre fui mas débil que
tu y son demasiadas las cosas que compartimos en estas calles que hoy grises,
parecen gritar desconsoladas al viento. Demasiadas cosas esconde Lisboa; demasiadas
cosas que me recuerdan a ti.
Y
no, no puedo vivir recordándote pues tu ausencia me mata y tu fantasma, tu sombra, me atormentaría a
cada paso. Por eso hoy, no solo me despediré de ti para siempre. También lo
haré de Lisboa. Pero jamás olvidaré, que en un lugar a orillas del atlántico,
fui capaz de amar a un hombre en tan solo treinta días. Treinta días en los que
no había imposibles e incluso la lluvia parecía caer hacia arriba.
Y
descubrí que los príncipes a veces, se escapan de los cuentos y que las
perdices no siempre son el postre de las historias felices. Y hoy descubro tu aroma al volver a degustar
aquella tarta de chocolate que tanto nos gustaba compartir a una única cuchara.
Y me giro, y te busco entre el gentío y me escapas, me rehuyes y tan solo me
queda la imagen borrosa de mis recuerdos, que harán que nunca pueda olvidar esa
historia de amor que me regalaste en las calles de Lisboa.
Y
al mirar por la ventanilla del avión, te imagino ondeando emocionado un pañuelo
blanco. Te imagino, pues ahora ya, solo puedo imaginarte. Y la última gota de sal se derramó en el café de catering
que me ofreció una azafata mientras para mí susurraba un tímido: hasta siempre,
Lisboa.
Firmado "X"
Y hoy, tiene que sonar "Lejos de Lisboa"
interpretada por Pasión Vega.Espero poder ser capaz pronto de volver a caminar
por las calles de Lisboa, con nostalgia, pero sin lágrimas.
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