AL ABRIR LA VENTANA
(Legado de un pequeño “X”)
Verde,
amarillo rojizo, blanco y negro, toda una sucesión de colores pintan la
maravilla que veo. Pinos, encinas, margaritas y hallas, todo parece estar
colocado conforme a la idea del mejor artista al óleo. Hojas que nublan el
cielo cayendo muy lentamente, solo sabe Dios dónde caerán, en el río. En el
cementerio, o puede que en un punto en el que nadie espera ver esa especie, que
cae como una mosca fumigada, que baila en el aire hasta tocar tierra.
¿ Y la música
? La música de los mejores compositores que hayan existido. Pájaros de diversas
especies, grillos que pasan sus vacaciones de verano , cantando de día bajo la
sombra de una flor; cantando de noche bajo la luz de la luna. ¿ Quien es la
persona que no daría todo por gozar un momento de esta belleza ? Porque pocos
son los que lo han visto en traje de compromiso, sembrado del algodón que cubre
toda esta maravilla, pero que no rebaja su esplendor ni cubriéndose, es más,
quien ha visto lo que bajo esa nieve se esconde, estaría de acuerdo conmigo en
que le favorece.
¿ Y en la
época en el que el sol se acerca a la tierra ? ¿ A quién no le apetece
aprovechar la llegada de las margaritas para respirar un aire purísimo, bajo
robustas sombrillas de trajes grisáceos y verdes melenas, que rechazan los
rayos del sol haciendo aún más acogedora , bajo su sombra, una tarde de paseo ?
Pero por si
fuera poco, cuando el sol aprieta como un horno en el infierno, es tal la
sensación de placer que produce el tumbarse en la fresca hierba, que no le
entran ganas a uno de levantarse en todo el día. El pequeño riachuelo, te
incita ante tal calor, a darte una buena pasada de su agua fresca, relajándote
y haciéndote olvidar el mundanal ruido de la ciudad.
Pero algo de
lo descrito atrae mi curiosidad. Tras la ventana árboles robustos, verdes,
frondosos, jóvenes, alzan sus cabellos intentando alcanzar el cielo. Lento
viaje les espera hasta alcanzar su
deseo. Mientras, con ese único objetivo, dejan su alrededor perdido en su
memoria. El canto de los pájaros no suena para ellos. El sol no brilla en sus
almas. No distinguen noche de día, ni mañana de tarde. Una única acción recorre
sus mentes; alcanzar el cielo para lograr así su supuesta armonía.
Pasan los
días, los meses, los años. Primavera , verano, otoño e invierno, intentan
ocultar tímidamente, con los pequeños cambios que les hacen sufrir, una mayor
metamorfosis que tiene lugar en ellos cada segundo del día, pero al ser un
cambio continua y lento, éstos no se dan cuenta de lo que les esta ocurriendo.
Ingenuos. Están felices por estar perdiendo su juventud, alegres por pensar
solo en un único sueño, sin darse cuenta de los muchos que pierden a diario.
Felices por estar viendo cómo les pasa veloz la vida sin que de ella estén
sacando algún provecho. Pensando que ese sueño de llegar al cielo puede hacerse
realidad. Ciegos. No se dan cuenta que las verdes y abundantes hojas caen de
ellos, muertas de hambre. Que su tronco se descascarilla extinto de agua. Que
cada vez son menos sus pilares de vida.
Se irán apagando hasta que se den cuenta que su sueño nunca ha podido ser
cumplido, que soñaban con algo inalcanzable y que han renunciado a todo por
nada.
Ahora tristes,
desolados, ahogándose en su disgusto, recomiendan a los pequeños arbustos que
vivan el momento, que no se encierren en un mundo en el cual, no saben si su
sueño se hará realidad y que escuchen, sientan y observen la vida que les rodea
pues sin aviso les llegará el silencio.
Ahora el cielo
gris comienza su discurso. Parece enojado pues sordo deja a los tenientes. Los
pájaros han sido asesinados pues su melodía ha cesado. El arroyo harto de
soportar a la gente, cubre sus aguas para que nadie pueda disfrutar de ellas.
El paisaje que sobrepasaba cualquier belleza lozana, ahora se viste de luto.
! Ay, ingenuo
! Que como los árboles intentaste subir al cielo sin vivir la belleza de este
paisaje que frente a ti, oculto tras la ventana, te daba la oportunidad de
admirarlo. ¿ Por qué no habrás abierto antes la ventana ? ¿ Por qué no te diste
cuenta cuando tus piernas aún podían caminar sobre la tierra que contigo muere
a cada instante . Cuando tus ojos azules aún permanecían abiertos. Cuando tu
tersa piel aún sentía el frescor del viento acariciar tu cara.
! Ay los
árboles verdes, frondosos !; ahora troncados y tenebrosos siguen tu camino, el
de borrar la falsa sonrisa para hundirte en un mar de lamentos, por no haber
sabido aprovechar el momento. Porque vida
no hay más que una, en la cual su duración es cosa tuya. Si la disfrutas la
alargarás. Si te ciegas, morirá contigo, rápida y en silencio.
Y en estas
fechas, es buen momento para abrir la ventana y disfrutar del paisaje.
Y hoy,
quiero que suene esa melodía que te transporta al hogar, bajo una manta, junto
a una deliciosa taza de chocolate bien calentito y rodeado de todo aquello que
te hace feliz.
FIRMADO “X”
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